4 de noviembre de 2010

LAS MUJERES DE LA ASOCIACION HIJOS DEL CAMPO EN EL XXV ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES


“Los talleres  te fortalecen para poder decir: A mi también me pasa”

Las mujeres de la asociación Hijos del Campo viajaron por primera vez al Encuentro Nacional de Mujeres y desde la Comisión de Mujeres de Quilmes Berazategui y Varela sentimos la necesidad del reencuentro con ellas, de preguntarles que había significado el Encuentro para ellas. Fuimos a aquel lugar donde la esclavitud no es un sistema que haya quedado en el pasado, donde los abusos, la violencia y la carencia son  naturalizadas. Con esa realidad a cuestas, que es la de miles en nuestro país, esas mujeres viajaron a Paraná y participaron en el taller de Mujer Rural Campesina y en el de violencia. Compartimos la entrevista a esas mujeres que hicieron que una vez más el Encuentro seamos todas.

C.M (Comisión de mujeres) ¿Cómo surge la idea de viajar al encuentro?


M.H.C (Mujeres Hijos del Campo): Cuando nos invitaron al encuentro de mujeres dijimos que si y pensamos en las mujeres que necesitan de estas cosas para entender su realidad. Siempre quise ir al encuentro y no encontraba la posibilidad, esta vez se dio y fuimos. Las mujeres de esta zona necesitan un lugarcito. En esta zona hay muchos bolivianos y ellos están muy encerrados en su cultura, en su mundo, en esa sociedad que ellos crean que es muy cerrada, y que por ahí las mujeres tienen ganas de escuchar otras cosas o tienen ganas de expresarse y no pueden. Necesitan un lugar como mujeres. Fuimos al encuentro en busca de eso.

¿Cómo fue la experiencia en los talleres?

MHC: En los talleres se hablo de la realidad de las mujeres y los chicos, de  las mujeres bolivianas que trabajan en las quintas y tienen que dejar los chicos encerrados, porque no los dejan salir a jugar.  Los chicos no tienen espacio porque los patrones no les permiten que salgan afuera. Yo digo: ¡pobre gente! ¿No? Como tienen que vivir así. Los chicos están encerrados y dicen que a veces no pueden salir ni a hacer los mandados porque no los dejan los patrones, están como esclavos ahí trabajando y trabajando. ¡Pobre gente que viven así! Y acá también hay mucha gente que vive así. Todo eso se hablo en el taller


MHC: se habló de eso y también de la mujer del campo, de la lucha por la tierra, de la salud de los chicos, de las bolivianas que no pueden ir al control y trabajan embarazadas.

MHC: las historias que contaba esas mujeres que eran de distintas partes del país, esas historias las vivimos acá. En quintas donde las mujeres tienen que salir a trabajar, los chiquitos no pueden salir a jugar, tienen que estar encerrados porque los dueños dicen que si salen tienen que trabajar, y son nenes que tienen entre cinco y doce años. Hay quintas donde a las mujeres las traen estas mismas familias bolivianas que compran tierras acá y traen a su propia gente de Bolivia. Los traen prácticamente como una bolsa de papas, los aplastan acá, algunos ni siquiera saben hablar el castellano. Esa gente carga a las mujeres en combis y las llevan al control médico. Han traído una vez  a seis mujeres con chiquitos bebés, y mujeres embarazadas. Las traen a la salita y el tipo es el que habla y dice que quiere que las controlen, el acompaña a las mujeres continuamente, controlándolas. Cuando alguna logra escaparse, las que estamos en la parte de enfermería podemos hacerles entrevistas fugaces, y es ahí donde nos cuentan que hay mujeres que tienen a sus bebés que se mueren durante el parto y quedan ahí enterraditos no se en donde. Esto se contaba ahí en el taller, que aparte del tema de negarles las tierras, esas mujeres están esclavizadas.

Taller de violencia.

El grupo de las jóvenes de Mujeres de Hijos del Campo participó en el taller de violencia y una de ellas nos cuenta como fue la experiencia

MHC: las chicas fueron al taller de violencia, ellas eligieron ir ahí. A las chicas les hizo bien, hablaron de sus realidades en cuanto a violencia, terminaron llorando el sábado a la tarde después de participar del taller porque se dieron cuenta que la realidad de ellas no estaba tan lejos de la realidad del resto. Eso es lo que genera esto de los talleres de la mujer: que una va primero un poquito sumisa a escuchar y después es como que el ambiente propicia esa confianza y esa fortaleza como para decir “a mi también me pasa” y tenés voz y podés hablar. Genera un clima de contención que hace que las mujeres hablen y cuenten su historia sin ningún tipo de problema. Tal vez en la zona en donde uno vive piensa: “no tal cosa no la voy a contar”, por una cuestión de uno ¿no? Y ahí no, las chicas hablaron del tema de violencia, que es muy personal y muchas veces no nos animamos a contar,  pero en el encuentro se explayaron, se sintieron cómodas y hablaron. Ellas misma decían que en otro momento y en otro lugar no se hubiesen animado a contar lo que contaron. En el tallar primero empezó a hablar una mujer sobre su historia de violencia al punto de que el resto terminó llorando con esta mujer y eso fue el puntapié como para que las otras hablen, entonces hablaron las nenas. Y les hizo muy bien


La lucha de las mujeres rurales


MHC: Las mujeres de ASOMA contaron la experiencia de su lucha por la tierra en el taller. El acampe de ASOMA que fue de 65 días en los que tuvieron que soportan heladas. Las mujeres  empezaron a contar todo, a abrirse y a tomar coraje, a expresarse todas. Una de ellas, una mujer boliviana cuando estábamos por cerrar el taller se paró y dijo: “Desde hoy en adelante voy a decir todo lo que siento, porque me siento re bien, me siento con ganas y siento ganas de luchar para poder criar a mis hijos” Algunas se largaron a llorar, hubo mucha emoción. El clima del taller favoreció para eso, nos sentimos re bien, nos sentimos con fuerza, estábamos haciendo algo.

Y la voz de aquella mujer expreso un sentimiento compartido, y la certeza de que algo cambia en las mujeres que participamos de los encuentros

MHC: esa señora era la primera vez que iba. Y decía que a partir de ese día ella iba a ir a todos los encuentros que halla, porque ella se sentía bien en ese momento para seguir luchando, poder hablar, poder defenderse. Porque a veces uno no se sabe defender porque no entiende nada. Pero ¿que alegría no? Esa mujer que se sentía tan bien ahí. Tantas mujeres con distintos problemas y ella se animó a hablar. Ella era la primera vez que iba  porque siempre esta trabajando, cuidando a los hijos. Pero fue, y pudo expresar lo que sentía.


Las Conclusiones, reflejo de nuestra realidad


MHC: en las conclusiones quedó expresada la lucha de las mujeres de ASOMA. Pusimos lo de la utilización de  los agroquímicos que acá se siguen usando también. En las quintas de acá, usamos agroquímicos que tiene glifosato. Acá pasan las avionetas y lo tiran, eso también lo conté en el taller. Yo hice una denuncia porque justo iba en la bicicleta y me bañaron con el glifosato y me brote toda ese día. Una vez hicieron una fumigación para plantar soja, y los chanchos que la comían empezaron a tener crías con seis dedos. Mi marido tiene hongos en la piel por los agroquímicos. Todas esas cosas se expresaron en las conclusiones


¿Qué significo el encuentro para ustedes?

MHC: encontramos más de lo que esperábamos. Nosotros no nos esperábamos tanto interés por problemas de las demás, talleres donde las mujeres pisaban tan fuerte. Las mujeres de ASOMA que se levantaban y decían ¡tenemos ovarios y nosotras somos esto y queremos esto! ¡Con una fuerza increíble! Estaban las paraguayas que luchaban por su tierra y también se pudieron expresar, las uruguayas que tenían el mismo problema que las de ASOMA. En distintos países estamos con los mismos problemas y estamos en la misma lucha, con diferentes gobiernos, pero todas peleando contra esos gobiernos. Ellas con su gobierno, nosotras con el nuestro. En el encuentro, en los talleres pudimos   ver como las mujeres se sienten fuertes y que pueden contra el gobierno, que pueden contra todo. Contra la esclavitud, contra todo.

MHC: a mi me pareció muy lindo, porque nunca había ido a una reunión así. Yo les decía a las chicas que no sabia como me iba a sentir, no quería hablar porque como nunca voy a ningún lado, nunca me encontré con tantas mujeres. Yo ni a las reuniones de la escuela a veces voy, pero me sentí bien porque escuche cosas de otras mujeres y pienso que ahora me voy a animar un poco más a salir, a ir a reuniones con mujeres. La verdad es que acá siempre hablamos con conocidos, nunca estuve con tantas mujeres.


A medida que las escuchábamos el hecho de encontrarnos, la importancia del Encuentro iba adquiriendo más valor. Nos contaban lo bien que se sintieron al poder intercambiar las experiencias con mujeres que participaron de otros talleres, mujeres de otros lugares, con otras historias, con distinto color en la piel, pero con mucho en común. Hablaron también de la necesidad de la educación sexual y de que el aborto sea legal para que ninguna mujer muera a causa de los abortos clandestinos. Abortos que muchas veces son el desenlace de historias dolorosas, de maltrato, de violencia, de abuso, y de pobreza.

MHC: acá se usa la ramita de perejil y eso se habló en le taller de mujer rural campesina, cómo se usa la sonda. A mí a veces me llaman las mujeres de la zona para atender partos, porque estaban con hemorragias. Mi marido ha llevado mujeres con hemorragia que se  han puesto sonda, ramitas de perejil, la aguja.
Las chicas que están dentro de las quintas sufren abusos por parte de los peones, la que no se sabe defender termina violada y en algunos casos embarazada. Esos bebés nacen y son criados por las mamás de las chicas como si fueran hijos de ellas. Hubo acá el caso de una nena de 14 años que tomo veneno, porque quedo embarazado del patrón que tenía mujer e hijos y cuando se enteró que estaba embarazada tenía miedo de decirle al papá, tomó veneno y se mató.


Esas historias, sus historias, nuestras historias tuvieron lugar en XXV Encuentro Nacional de Mujeres, en el encuentro de Todas. Hoy las mujeres de Hijos del Campo sienten la necesidad de trasladar esa experiencia al lugar en el que viven. Porque el encuentro las fortaleció, porque saben que su historia es la de miles, porque pudieron alzar su voz y quieren ser escuchadas. 

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